Un viaje a Madrid da para una reflexión, o para más, si se anda con los ojos abiertos y los oídos sin cera. Es tan fácil como buscar un campo en el que sensibilizarte algo más y dejar que recorran minutos sobre él. Y es que estar por la capital los dos últimos días de febrero dan para mucho juego, pero sobre todo, para observar los desplazamientos urbanos.
Llegaba al Aeropuerto de Barajas, y cogiese el medio de transporte que cogiese, no correría de mi bolsillo, pero aún así, decidí ahorrar los casi 38 € que costaría una carrera en taxi y emplearlos en un viaje por el Metro por 2,5 € hasta mi parada de La Latina. Empleé unos 45 minutos con dos trasbordos, supongo que unos cuantos más que yendo en taxi. No dejaba de pensar que algo raro había. Sin duda, veía muchos más viajeros que en ocasiones anteriores, y salir de la boca del Metro y ver La Latina sin mucho atasco, pese a jugarse el Atlético de Madrid-Barcelona a una hora escasa, me hizo pensar que la crisis cambia el patrón del consumo en carburantes, a final de mes, claro.
Ante la creciente fiscalidad, los niveles de los precios en gasolina alcanzan niveles de récord, y en Madrid lo notan en la última semana del mes. Y a este ritmo, pronto será en las dos últimas, porque según datos del Instituto Nacional de Estadística, el gasto medio de las familias españolas en combustibles está entre el 5% y el 6% de toda la cesta de la compra y eso empieza a ser un pico que no deja de subir.
Para el día siguiente, lunes, tenía una actividad prevista con anterioridad a mi visita, que era recorrer gran parte de la ciudad en bicicleta con una amiga, quien me iba a llevar entre algodones por la jungla urbana, a la cuál tenía cierto respeto, pero ganas de conocer después de leer una cuantas veces el blog de Enbicipormadrid.
La ruta prevista era Tetuán, La Dehesa y Ciudad Universitaria hasta Matadero pasando por Madrid Rio. Un paseo sencillo y agradable por carriles bici y en el margen del Manzanares. La vuelta pretendía cruzar desde el Sur de Madrid hasta Tetuán nuevamente, y para ello se optó por subir por Embajadores, bordear Sol, cruzar Gran Vía, encarar Fuencarral y subir por Bravo Murillo y paralelas.
Sin duda, una buena minutada por el centro de Madrid, pero a diferencia de lo que creía, sin apenas tráfico, sin apenas bullicio y sin ni tan siquiera pitadas. Algo raro o no, según te dé por pensar y es que si sabemos que Madrid tiene más de 3,3 millones de coches (según el Anuario Estadístico), pero que las gasolineras empiezan a temblar algo más de lo que creemos porque vuelven a niveles de ventas de 2002 con un descenso en torno al 6 % según CORES, nos hace calcular que en Madrid están dejando aparcados aproximadamente 600 mil coches (de los 4 millones de España que dejan de moverse actualmente).
Siguiendo con el Anuario, estos últimos 3 años de «crisis» han bajado las matriculaciones y también se han dejado de dar de baja vehículos, pero es que además el consumo total de combustibles para automoción en 2011 se situaba en unos 27 millones de toneladas, por lo que estamos muy lejos de los más de 32 millones de toneladas que se alcanzaron de ventas en 2007, justo antes de la crisis. Después de varios años de retrocesos de ventas en las gasolineras, precisamente por el declive económico de España, se vuelve así a los niveles de los años 2002 y 2003. Con esas perspectivas, no dejo de pensar que es tiempo de retomar el tema de la Movilidad Urbana, dejarnos de excesos y cumplir en eficiencia con medios de transporte como el Metro y los Trenes de Cercanías en el caso de Madrid o los Autobuses Urbanos aquí en Almería, que es lo único que tenemos dado nuestro volumen de desplazamientos y nuestras actuales infraestructuras.